En vísperas del Día Mundial de los Océanos, la misión Copernicus Sentinel-2 nos lleva sobre el oeste de la isla de Gran Bahama, en las Bahamas.
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Situada en el océano Atlántico, a unos 100 km al este del estado estadounidense de Florida, Gran Bahama es la isla más septentrional de las Bahamas y la tercera más grande del archipiélago. Las dos principales ciudades de Gran Bahama son visibles en la imagen: West End, en el extremo noroeste de la isla, y Freeport, en la costa sur.
West End es la ciudad más antigua de la isla, y la capital. La pista del aeropuerto de West End, el más pequeño de los dos que operan en Gran Bahama, se divisa al oeste de la ciudad.
Freeport, construida sobre lo que hace poco más de tres décadas era una zona cubierta de pinares, es ahora un próspero puerto, centro industrial y destino turístico. También es la segunda ciudad más poblada de Bahamas. Al acercar la imagen, el Aeropuerto Internacional de Gran Bahama se divisa al norte de la ciudad, mientras que el puerto, el segundo mayor de cruceros de Bahamas, destaca al oeste.
Las aguas turquesas y poco profundas que rodean la isla contrastan fuertemente con el azul profundo del océano abierto, que domina la parte inferior de la imagen.
El Día Mundial de los Océanos, que se celebra el 8 de junio de cada año, es una oportunidad para celebrar el océano: su abundante vida, su importancia y cómo podemos proteger y restaurar sus recursos.
Los océanos de la Tierra, que cubren más del 70% de la superficie terrestre, son los que hacen de éste un Planeta Azul. Nuestros mares influyen en el clima, producen la mayor parte del oxígeno que respiramos, sirven de medio de transporte y son una importante fuente de alimentos y recursos.
Por desgracia, el océano ya no es como era. Muchas de las pesquerías del mundo están en declive, los ecosistemas coralinos se están deteriorando y los frágiles hábitats costeros están siendo asfixiados por la contaminación, y el cambio climático se está cobrando su peaje provocando el calentamiento de las aguas superficiales y cambiando la química de las aguas.
Los satélites de observación de la Tierra adquieren datos sobre nuestro planeta que aumentan nuestra comprensión científica y apoyan una serie de servicios de vigilancia medioambiental que respaldan la conservación de los océanos.